La migraña representa una grave carga para los sistemas de salud nacionales. Partiendo de esta premisa, la revista The Journal of Headache and Pain publicó recientemente un estudio titulado ‘Persistencia, uso de recursos y costes en pacientes bajo tratamiento preventivo de migraña’ (PERSEC, por sus siglas en inglés). El estudio se basa en el hecho que los tratamientos preventivos no se aplican de forma óptima para reducir la intensidad y frecuencia de los ataques de migraña y sus costes relacionados. Esto se debe a que el 70 % de los pacientes con migraña que empiezan un tratamiento preventivo, abandona el tratamiento a los 12 meses, lo que podría llegar a suponer un aumento de más de 600 € de coste anual por paciente para el sistema.
El método que siguió el estudio PERSEC se basó en la observación retrospectiva y análisis de la base de datos Big-PacTM, con un total de 1.832.356 pacientes, de los cuales 7.866 fueron elegibles para el estudio. De estos se observó que un 32,4 % fueron persistentes con el tratamiento durante 6 meses, y solo el 30,4 % lo seguía siendo a los 12 meses de iniciar el tratamiento. En cambio, el porcentaje de pacientes que no fue persistente, fue del 68,8 %.
Otro dato interesante que se extrae de este estudio, es que aquellos pacientes no persistentes (es decir, aquellos que interrumpieron el tratamiento o lo reiniciaron tras 60 días de discontinuidad) consumían más recursos sanitarios, requerían un mayor número de visitas de atención primaria anuales y un mayor número de días de baja por enfermedad que los pacientes persistentes con el tratamiento.
En lo relativo a los prescriptores de estos tratamientos preventivos, un 76,8 % de los prescriptores fueron médicos de atención primaria y un 15,5 % fueron neurólogos. El estudio indica que los tratamientos preventivos de primera línea más utilizados por los pacientes fueron los antidepresivos (46,3 %), seguidos de los antiepilépticos (22,1 %) y los betabloqueantes (17,8 %).
La principal conclusión que se extrae de los resultados del análisis, es que es necesario introducir fármacos más eficaces, mejor tolerados y con esquemas terapéuticos sencillos, para evitar que el paciente abandone la medicación por un incumplimiento de expectativas. Este hecho presentaría beneficios individuales al paciente, al ver mejorada su calidad de vida y situación respecto a la migraña, así como beneficios a nivel social, ya que el sistema sanitario público se ahorraría los costes directa o indirectamente relacionados con la falta de persistencia en el tratamiento.
Fuente: Infosalus